Comentario de texto

Objetivos:

Aprender Historia.

Generar actitudes de comprensión lectora.

Contribuir a adquirir la técnica de aplicar los contenidos trabajados en clase  a partir de  un texto relativo a la época.

Crear mecanismos de pensamiento.

Promover actitudes de reflexión y relación de ideas.

Cómo lo vamos a hacer:

Contestando una serie de preguntas siguiendo la técnica realizada en clase en los anteriores comentarios.

Texto: Contesta a las siguientes preguntas:
a) Subraya el texto.
b) Identifica las ideas principales. No copies literalmente el texto y aplica lo aprendido en clase.
c) Señala el mensaje del texto. ¿De qué trata el texto?
d) Señala la relevancia o importancia de lo que señala el texto para la Edad Media. ¿Qué consecuencias provocó?
e) ¿Qué otra ceremonia se celebraba en el salón de recepciones? ¿Qué etapas debía completar un noble para llegar a ella?

El rey había declarado la guerra y necesitaba nutrir sus mesnadas. ¿Cómo conseguirlo si no tenía ni un florín? Pensó:¨solo tengo mi reino y mis nobles¨. Tras varias noches en vela y consulta a la Curia se planteó perder poder por conseguir más soldados. Un mes más tarde, los nobles llegaron al salón de recepciones donde se había preparado todo para la ceremonia. La música sonaba inundando la estancia de solemnidad. El rey Fernando I se dirigió al trono con semblante serio mientras la nobleza mostraba su respeto mediante una larga reverencia. Se acercó el noble Rigoberto III y se arrodilló. Agachando la cabeza puso sus manos entre las del rey y pronunció sus palabras. Seguidamente, Fernando I le entregó un puñado de tierra estableciendo ese vínculo permanente. Rigoberto sonrió ligeramente pensando que sería una felonía negar cualquier petición al rey. Sellaron ese lazo mediante un beso. Los nobles se dirigieron a Fernando I a presentarle sus respetos.

Texto recreación histórica.( No es un texto histórico)

Las gachas

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El trigo fue el cereal más habitual en Europa durante la Edad Media, considerado uno de los cereales más nutritivos, su empleo en pan denotaba estatus en la escala social, las harinas refinadas de trigo se reservaban para la elaboración de pan blanco que comerían las clases altas, mientras que las clases más bajas tomaban las harinas menos refinadas y su pan era más negro y con mayor contenido de salvado. Durante los periodos de escasez en las cosechas de cereal se empleaba como sustituto de los cereales, algunos frutos secos tales como las nueces, las legumbres secas, helechos y una amplia variedad de materia vegetal. La alternativa a aquellos que no podían adquirir pan era siempre el porridge o las gachas.
La harina (de cualquier grano seco como centeno, cebada, mijo y avena ) se hervía o cocía mezclada con agua, leche de almendras (quien la tuviera), unto o sebo y se comía en papilla.

Receta de gachas:
Se cuece cualquier harina con agua. Si se dispone de él, se puede sustituir el agua por un caldo de carne, verduras, o cualquier otro líquido (menos leche, que se consideraba con exceso de humedad y perjudicial para la salud), incluyendo el vino.
Esta es la receta básica. Ahora podemos engordarla añadiendo al puchero algo de unto o ilustrarla con unos trozos pequeños de tocino o carne. Si la comemos sola podemos endulzarla con miel (azúcar, si somos gentes de posibles) o añadirle tomillo u orégano y una pizca de sal si es de nuestro gusto.

Pan negro

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El pan negro se obtiene mediante un proceso de fermentación de la harina de centeno. Su elaboración y almacenamiento requieren gran atención, ya que si la masa no está bien cocida, el proceso de fermentación continúa y el pan enmohece. Por eso, la miga debe estar bien cocida, uniforme, porosa, pero sin agujeros, elástica, mientras que la corteza debe ser uniforme y sin grandes grietas, de un color que varía del marrón oscuro al marrón claro. El color oscuro del pan negro se debe a la capacidad del centeno de cambiar de color al ser sometido a altas temperaturas. Es curioso que en su patria, el sur de Europa, y Asia Menor y Central, el centeno se consideraba una mala hierba en los campos de trigo y cebada. Al extenderse los cultivos de cereales al norte, la cebada fue mejor acogida debido a su marzanoi-jleb-300x199yor aguante y se convirtió en el cultivo principal en los países de Europa Central y del Norte.

Debido a unas serie de diferencias en su composición, como por ejemplo la ausencia de gluten, el centeno tiene una preparación diferente al trigo. Por eso, en el caso del pan de centeno, se utilizan, en vez o a la vez que la levadura, unos iniciadores de fermentación con alta acidez. De ahí que el pan negro recibiera antaño el nombre de “pan ácido”.

También se le llamaba pan negro al elaborado con harina mezclada con salvado.Se consumía así para aumentar la cantidad de pan.Este era consumido por los campesinos ya que el pan blanco de trigo era consumido por los grupos sociales privilegiados.

Industria textil

La industria más significativa de todo el Medievo fue, sin duda ninguna, la textil. En los siglos finales de la Edad Media se benefició de una importante novedad técnica, la rueda de hilar. Dicho instrumento ya era conocido en la segunda mitad del siglo XIII, pero su uso sólo se propagó en el transcurso del XIV, por más que su implantación definitiva no tuviera lugar hasta la decimoquinta centuria. De todas formas el mapa textil europeo experimentó en la época que nos ocupa algunas variaciones importantes con respecto al de periodos anteriores. Tradicionalmente se ha venido hablando de un retroceso de la industria textil de Flandes. Sería el precio que pagó aquella región tanto por el estallido de la guerra de los Cien Años como por el cierre de las importaciones de lana procedente de Inglaterra. En cualquier caso es preciso ser muy cautos a la hora de contemplar lo ocurrido en la producción flamenca de tejidos a fines del Medievo. Ciertamente puede hablarse de retroceso, en lo que a la fabricación de tejidos se refiere, en algunas ciudades del sur de Flandes, casos de Saint-Omer, Ypres, Douai, Arras o Lille. Estas urbes intentaron hacer frente a las dificultades poniendo trabas crecientes a la producción textil de los núcleos rurales y, en general, fomentando las medidas monopolísticas. Pero el éxito, ciertamente, no las acompañó. Ahora bien, no es menos cierto que, al mismo tiempo, otros centros fabriles que hasta aquella época apenas habían destacado conocieron, a partir del siglo XIV, un notable progreso. De todas formas lo más significativo, siempre pensando en lo acontecido en los siglos finales de la Edad Media, fue el auge de la pañería de territorios vecinos de Flandes, como el Hainaut, Lieja, Brabante u Holanda. Así se explica que desde finales del siglo XIV comenzaran a adquirir relieve en el comercio internacional, entre otros, los paños de Amsterdam, Leyden, Harlem y Rotterdam, todos los cuales suponían una novedad. Si pasamos de Flandes a otras regiones europeas que contaban desde el pasado con una producción de tejidos significativa encontraremos un panorama muy diversificado. Italia, en términos generales, conoció en los siglos XIV y XV una expansión de la pañería, mas no sin notables altibajos. Recordemos lo sucedido en Florencia. A mediados de la centuria, según el testimonio del cronista Villani, salían de los talleres florentinos entre 70.000 y 80.000 piezas anuales, pero en los años de la revuelta de los «ciompi», debido a numerosos factores, entre los cuales el clima de agitación en que vivió la ciudad del Arno, la producción era inferior a las 24.000 piezas. La respuesta de Florencia, en el siglo XV, fue la dedicación preferente a la fabricación de tejidos de más calidad, de forma que su mayor precio pudo compensar sobradamente el descenso del número de piezas producidas. En Francia, por el contrario, las cosas no fueron tan bien. La guerra de los Cien Años afectó de manera negativa a la pañería francesa, aunque no es menos cierto que desde mediados del siglo XIV ya se anuncia una indiscutible recuperación en la producción textil de regiones como Normandía, Champagne o el Languedoc, sobresaliendo entre todas la pañería de Toulouse. Por lo que respecta a las tierras imperiales la ciudad más pujante en el capitulo de la producción textil era, sin discusión, Friburgo. Un testimonio de la época, que hay que tomar, no obstante, con sumo cuidado, señalaba que casi la mitad de los habitantes de Friburgo trabajaban a mediados del siglo XV en la pañería. También era importante la fabricación de paños en ciudades como Nuremberg o Augsburgo. No obstante, lo más significativo de la industria textil europea de los siglos XIV y XV fue la incorporación de nuevos focos productivos. El más importante de todos lo constituye Inglaterra. Desde su vieja posición de potencia exportadora de lana Inglaterra se convirtió, en un periodo de tiempo relativamente breve, en un país productor de tejidos. El proceso se inició a fines del siglo XIII, en tiempos del monarca Eduardo I. Al objeto de disponer de materia prima abundante, Inglaterra no sólo dejó de exportar lana a Flandes, sino que incrementó la ganadería ovina. Al mismo tiempo fueron llamados artesanos flamencos, que se desplazaron a Inglaterra para poner en marcha la pañería de aquel país. Lo cierto es que en la segunda mitad del siglo XIV los paños ingleses eran ya muy estimados en toda Europa. Hubo, ciertamente, un estancamiento de las exportaciones en los inicios del siglo XV, a causa de los conflictos internacionales, pero la pañería inglesa salió pronto del bache. Por lo demás la producción textil de Inglaterra, que supo adaptarse con gran rapidez a las novedades técnicas, se caracterizaba por su gran dispersión geográfica. Los principales centros productores eran, al filo del año 1400, Bristol, Salisbury y Winchester. También data de estos siglos los inicios de la pañería en tierras catalanas. Las más antiguas ordenanzas conocidas que tengan relación con la producción textil son las de los trabajadores de la lana de la ciudad de Barcelona, fechadas en el año 1308. Unos años después ya habían adquirido justa fama los «paños negros» de Perpiñán, pero también los tejidos de Tarrasa, Barcelona, Puigcerda o Vic. Por lo demás, pronto comenzó Cataluña a exportar tejidos, básicamente en dirección al norte de África y hacia las islas del Mediterráneo, es decir, hacia las áreas por donde discurría su expansión política. En cambio la Corona de Castilla, gran productora de lanas, en su mayor parte exportadas, no consiguió despegar como potencia textil. Sin duda, en el siglo XV había núcleos de cierta solidez en lo que a la pañería se refiere. Tales eran, por ejemplo, los casos de Toledo, Cuenca, Segovia, Murcia o Úbeda, ciudades en donde se fabricaban tejidos para el consumo local. Pero en lo esencial Castilla era, en el siglo XV, importadora de tejidos. La materia prima más importante en las manufactures textiles era la lana. Pero también se trabajaban otras material, particularmente el algodón, el lino, el cáñamo y la seda. El algodón procedía de Oriente o del norte de África, pero también se cultivaba a fines de la Edad Media en algunas regiones del sur de Europa. El trabajo con el algodón se localizaba preferentemente en Italia, con centros de tanto relieve como Cremona, Pisa o la misma Florencia. Un género que alcanzó gran popularidad en la época fue el fustán, mezcla de algodón y de lana. No obstante, en la decimoquinta centuria la industria algodonera estaba comenzando a prosperar en otras regiones, ante todo en el mundo germánico. Por lo que al lino se refiere los núcleos que más sobresalían se hallaban en los Países Bajos, Flandes o Brabante. En el Imperio el lino se trabajaba en ciudades como Augsburgo, Ulm o Constanza. Paralelamente experimentó un bajón la lencería francesa, si bien la producción de Reims siguió gozando de gran predicamento. La industria del cáñamo se localizaba en primer lugar en regiones occidentales de Francia, como Normandía, Bretaña o el Poitou. La industria de la seda, por su parte, conoció un notable auge, debido al consumo creciente de paños de esa materia por parte de los sectores aristocráticos. El principal centro productor de tejidos de seda seguía siendo la localidad italiana de Lucca, pero la industria penetró asimismo en otras ciudades, como Florencia, Siena, Génova, Venecia o Milán. Para corroborar la importancia que llegó a alcanzar la sedería es suficiente con que recordemos el papel que tenía el «Arte de la seda» en Florencia, con más de 80 talleres a mediados del siglo XIV. Por lo demás los tejidos de seda proporcionaban, según todos los indicios, beneficios muy altos, sin duda superiores a los de la lana. Los datos publicados por R. de Roover, a propósito de la familia Médici, ponen de relieve cómo, a mediados del siglo XV, la tienda de sedas les daba unos beneficios del 16 por 100 anual, en tanto que la de lana sólo proporcionaba un 6 por 100. También había importantes centros sederos en tierras hispanas, principalmente en Valencia, en zona cristiana, y en Granada, en territorio musulmán

Correos en la Edad Media

Al considerar la escasez, carestía y poca conveniencia de los materiales que en otro tiempo se requerían para escribir, no será difícil imaginar lo poco extendida que debía estar la correspondencia epistolar antes de la invención del papel. Esta no tuvo lugar en occidente hasta fines del siglo X, época en que se empezó a fabricar de trapo de algodón. A este motivo debe sin duda atribuirse que no prosperase y se extendiese el sistema de comunicaciones que sabemos estableció el gran talento de Carlomagno en el vasto imperio que había conquistado, por las ventajas que con fundamento prometía esta medida. Así es que la Universidad de París fue la única que, desde aquella época hasta mediados del siglo X, tuvo en Europa algún sistema ordenado de comunicaciones.

En general, el servicio de correos en los países occidentales era privativo del rey, de la corte y de la iglesia y tan sólo en raras excepciones podían hacer uso de él los particulares. Estos, sobre todo si eran adinerados, se servían de envíos especiales, preferentemente de comerciantes en tránsito. Por lo que se refiere a las grandes organizaciones comerciales como la Hansa o la Liga Hanseática, en el siglo XII disponían de su servicio particular de correos. También la Universidad de París tenía a su alcance un servicio para su uso exclusivo. También Marco Polo, el célebre viajero veneciano, habla con admiración del correo organizado en China por el emperador Kublai Khan. Pero ya el temido Gengis Khan, abuelo de Kubilai, empleó en sus inmensas conquistas los flechas, correos veloces especiales que partían de Karakorum hacia todos los lugares del mundo.

Ceremonia de investidura de un caballero

Esto debe ser fecho en tal manera que, pasada la vigilia, luego que fuere de día, debe primeramente oír su misa, para su servicio. E, después ha de venir el que le ha de fazer caballero, e preguntarle si quiere rescebir la orden de caballería, e si dijese si, ha le de preguntar si la mantendrá, así como se debe de mantener, e después que se lo otorgare, débele calzar las espuelas. E después, ha le de ceñir el espada sobre el brilla que viste, así que la cinta non sea muy floja. Y el caballero le debe ceñir la espada, para significar castidad y justicia. Y para significar la caridad debe besar al escudero y darle un bofetón para que se acuerde de lo que promete y de la gran carga a la que se obliga y del gran honor que recibe para la Orden de Caballería.”
Alfonso X el Sabio

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Para el rey castellanoleonés los caballeros han de ser nobles de linaje (algo que luego variará con el tiempo). Los pasos a seguir serían los siguientes:

El aspirante, en primer lugar, debe pasar el día anterior en vigilia. Además debe estar vestido lo mejor posible, para lo cual será ayudado. Esa limpieza debe ser tanto física (paños y cuerpo), como espiritual. En curiosos hacer notar que Alfonso se toma la molestia en puntualizar que el ir limpio, y tomar los dos baños, (al principio de la vigilia y luego, antes de la propia ceremonia de la investidura) no implica un menoscabo de las cualidades varoniles del candidato, ni de su fortaleza, ni de su crueldad necesaria. En ese estado de recogimiento que debe ser el de la vigilia, se le informará de todo los trabajos y sufrimientos que ha de pasar al tomar la caballería. Acto seguido se pondrá a orar de rodillas, todo lo que pueda, pidiendo el perdón de sus pecados y la asistencia divina en la tarea que se le presenta. En cuanto a la vestimenta Alfonso X deja claro que antiguamente se hacía con toda las piezas armadas puestas (aunque no está claro si eso se mantiene en su ceremonial). Eso vendría a explicar la anotación de que posará de hinojos todo lo que sufra, ya que no era nada cómodo arrodillarse y mantenerse en esa postura completamente armado.

Así se supone que también pasaría la noche. En la mañana de la investidura se volvería a arreglar y descansaría brevemente en una cama. Acto seguido pasaría a oír misa.

Una vez concluida se presentará el que le ha de armarle caballero y le interrogará si está dispuesto a la investidura. Ante la respuesta afirmativa le ayudará a calzarse las espuelas, y le ceñirá la espada.

Una vez concluido todos los preparativos previos, y con la espada desenvainada se trasladará, si hace falta, al lugar de la ceremonia donde procederá a realizar un juramento triple: no dudar en morir por su ley (fe cristiana), por su señor natural, y por su tierra. Juramento que a veces so obviará más tarde.

Una vez pronunciado el juramento se le da la pescozada, para que no olvide lo que ha jurado. Al tiempo, los oficiantes y el postulante pedirán Dios no se lo permita olvidarlo. EL penúltimo acto es el beso (en el siglo XII se especifica que es en la boca) que se dan el nuevo caballero y quien le ha dado la pescozada, como símbolo de fe y de paz. Lo mismo hacen todos los caballeros presentes en señal de hermandad.

EL siguiente rito es el de ceñir la espada. Recordemos que la espada había quedado desenvainada. Ahora, el que se llamará padrino, será el que le ciña de nuevo la espada al caballero novel. Este padrino puede ser su señor natural, un caballero honrado o un caballero bueno de armas. Por último ya sólo quedará festejarlo con un gran banquete e incluso con algún torneo (aunque lo prohibiese la iglesia), coincidiendo con fechas señaladas en el calendario.

EL ceremonial para fines del s. XIV y el s. XV se ha reducido a ciertos puntos básicos. La limpieza y riqueza en la vestimenta del postulante y oficiantes. La vigilia de armas durante la noche (si es posible en una iglesia y si no, no importa) y, por último, el espaldarazo con la espada, que se ciñe el nuevo caballero.

Las armas, y la espada, no sólo se supone que son las herramientas básicas del nuevo caballero, sino que tienen una profunda simbología, que todos los manuales, incluido los de ingreso a las ordenes militares, se encargan de reseñar. Incluso físicamente, por dónde se colgaba la espada, se debería poder distinguir a un caballero de otro que no lo fuera, o un escudero. Así, el caballero la llevaría ceñida a la cintura, mientras que los escuderos la llevarían al cuello (al menos hasta principios del s. XIV). Otro rasgo distintivo sería el de las espuelas, siendo las de los caballeros de oro, y de plata las de los escuderos.

Desde fines del mismo s. XIII, el número de investiduras cae considerablemente. La explicación suele ser económica. El armarse caballero era un negocio extremadamente caro, sobre todo para el caballero novel, pero también para el oficiante.

La máxima decía: «no todos los nobles son caballeros, pero todos los caballeros deben ser nobles». Ahora bien, desde fines del s. XIV se atestigua la incorporación de pecheros (burgueses, comerciantes, sin nobleza de linaje), en el ordo ecuestre. El acto les confiere el título de hidalguía, pasan a formar parte de la nobleza. Pero la nobleza tradicional, y más aquellos que siguen creyendo en los valores tradiciones del orden de la caballería, se mostrarían profundamente contrariados. Así, Pero Niño, el famoso protagonista de la crónica del Victorial, y otros nobles afines se ocuparán de recalcar, no sin cierta amargura: «no todos los que ciñen espada son caballeros». Con ello se refería al cada vez más reducido grupo, que dentro de los «caballeros», seguían creyendo y obrando según el antiguo ideal, el de una caballería cuya máximo valor era la fidelidad y el sacrificio militar.

Extraído de esta página: http://www2.uned.es/temple/rito_de_armar_caballeros_en_la_e.htm

 

Sociedad medieval

La sociedad medieval estaba organizada en estamentos: nobleza, clero y campesinado.

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El estamento era cada uno de los grupos sociales cerrados al que se pertenecía por nacimiento y para toda la vida y que determinaba la función y los derechos de cada individuo. Se denomina también orden puesto que así se consideraba que cada persona tenía un papel concreto en la sociedad.

Se establecían tres funciones, la defensa, la oración y el trabajo; las cuales  se atribuían a cada estamento.

En cuanto a los derechos podemos diferenciar:

Privilegiados: No pagan impuestos, tienen acceso a cargos y  poseen tierras y riquezas.

No privilegiados: Pagan impuestos, no tienen acceso a cargos públicos y están sometidos a los privilegiados.

Estos  derechos se establecían  de acuerdo al estamento, así el primero y el segundo se consideran privilegiados, es decir con derechos que no tiene el tercer estamento u  orden.

Las características de cada estamento son las siguientes:

oratoresNobleza:  Bellatores, cuya función es la protección o defensa de la población. Integrada por el rey y los nobles en sus distintas categorías (Duque, Marqués, Conde, barón, caballero). Son privilegiados.

Clero: Oratores, pertenecen a la  la Iglesia y su  función es rogar por la salvación de toda la población. Compuesto por alto clero (Papa, obispo, abades, abadesas) y bajo clero (sacerdotes, monjas y monjes). Son privilegiados.
Campesinos :Laboratores,  la inmensa mayoría de la población, cuya tarea es trabajar para mantener a oratores y bellatores. En él se encuentran los campesinos libres, siervos y artesanos. Son no  privilegiados.
Actividad de repaso: Actividad
La imagen clásica para describir esta sociedad es la pirámide feudal. ¿Por qué?
Porque en la parte superior se sitúan los más poderosos y con más derechos a la vez que los menos numerosos. Y en la parte más baja encontramos los que tienen menos derechos y son más numerosos. En la cúspide se sitúa el Rey, que está integrado en el primer estamento pero está a la cabeza de la sociedad.
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Con el renacer de las ciudades a partir del siglo XII surgirá un nuevo grupo social que formará parte del tercer estamento, la burguesía, integrada por comerciantes y artesanos.

ADALBERON DE LAON. Los que luchan, los que rezan y los que trabajan

El orden eclesiástico no compone sino un sólo cuerpo. En cambio la sociedad está dividida en tres ordenes. Aparte del ya citado, la ley reconoce otras dos condiciones: el noble y el siervo que no se rigen por la misma ley.Los nobles son los guerreros, los protectores de las iglesias. Defienden a todo el pueblo, a los grandes lo mismo que a los pequeños y al mismo tiempo se protegen a ellos mismos. La otra clase es la de los siervos. Esta raza de desgraciados no posee nada sin sufrimiento. Provisiones y vestidos son suministradas a todos por ellos, pues los hombres libres no pueden valerse sin ellos. Así pues la ciudad de Dios que es tenida como una, en realidad es triple. Unos rezan, otros luchan y otros trabajan. Los tres órdenes viven juntos y no sufrirían una separación. Los servicios de cada uno de estos órdenes permite los trabajos de los otros dos. Y cada uno a su vez presta apoyo a los demás. Mientras esta ley ha estado en vigor el mundo ha estado en paz. 
Adalberon De Laon, (a.998).

El monasterio medieval


El monasterio es un conjunto de edificios situado en un ámbito rural en los que las ordenes religiosas de la Edad Media desarrollaban todas sus actividades.

Se regían por la regla o conjunto de normas que regulaban la actividad de la orden religiosa. Afectaban tanto a lo espiritual como a lo práctico en la vida de los monjes o monjas (vestuario, comida, horas de sueño, trabajo, etc.).

Las reglas estaban compuestas por capítulos que solían leerse en los monasterios en la sala capitular.

habitomonjesyfrailesLas órdenes monásticas  más importantes que se fundaron y destacaron durante el medievo fueron principalmente las benedictinas de Cluny, del Císter, y de los Cartujos en Francia, posteriormente surgirán  las órdenes mendicantes de los Franciscanos en Italia, de los Dominicos en España, así como la de los Agustinos también en Italia.


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Planta del Monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos)

Vídeo de RTVE

Horario de un monasterio:

San Benito (480-547), al establecer su famosa regla , ora et labora, creó el modelo que se repitiría durante toda la Edad Media e influyó decisivamente en la evolución de la arquitectura románica (Cluny) y gótica (Císter).

Como idea general, San Benito organizará toda la vida de la comunidad en torno a unas horas (por ello se denomina la liturgia de las horas) en las que realizar los rezos comunes, dividiendo así el día en distintos fragmentos de tiempo que se ocupaban en trabajos manuales e intelectuales (el famoso ora et labora, reza y trabaja).

Los monjes se levantaban muy temprano, antes de amanecer y, se preparaban para la primera oración del día, las Vigilias.

Como el resto de las oraciones eran comunes, hechas en el coro(espacio junto al altar con un grupo de sillas fijas, llamada sillería).En ellas se leían y cantaban ciertas partes de la Biblia y otros cantos (antífonas, himnos…), escritos en latín, la lengua oficial de la Iglesia. Estos son los famosos cantos gregorianos que aún se siguen realizando en algunos monasterios, como el de Silos, en Burgos.

Tras ello los monjes se aseaban en las letrinas que tenían muchos monasterios (con agua del río cercano) y se volvía a la iglesia, pues apenas una hora después de Vígilias, empezaban los Laudes (una nueva oración)

Comenzaba entonces realmente el día, con una hora y media para el trabajo, volviéndose a rezar hora y media después. La hora Tercia, normalmente utilizada para oficiar misa.

Hasta la una de la tarde, los monjes se ocupaban entonces del propio huerto (que servía para su autoconsumo) o se encerraban en el scriptorium o biblioteca, lleno de atriles.

 En esta habitación se copiaban libros prestados por otros monasterios. Se hacía sobre pergamino (piel de cordero), utilizando distintos colores de tinta en las que se mojaban plumas de ave. El trabajo era minucioso y lento, pues no debían equivocarse y se copiaban también (o se creaban otros nuevos) los dibujos o iluminaciones que correspondían al texto.

En estos scriptorium no sólo se copiaban libros religiosos, sino también obras greco-romanas, y gracias a ellos se salvaron muchos libros de la antigüedad

Los monjes volvían a reunirse para rezar junto en la hora Sexta(en torno a la 13.20), tras la cual iban a comer.

La comida también era común, en una habitación llamada refectorio. En ella se colocaban largas mesas en donde los monjes lo hacían en completo silencio, pues uno de ellos (por turno) leía desde el púlpito la Regla o la Biblia.

El menú era bastante monótono, aunque sano. Normalmente se comían verduras y hortalizas cocidas en una gran olla y aderezadas con un trozo de tocino o manteca. Se les daba también a los monjes un trozo de pan y un cuartillo de vino. La carne se reservaba para los domingos y celebraciones especiales, al igual que el pescado (algunos monasterios llegaron a tener sus propias albercas en donde se criaban peces).

Enlace información sobre  su comida

Evidentemente los monjes no se echaban la siesta, sino que volvían de nuevo a rezar conjuntamente en la hora Nona (sobre las tres), para después seguir con su trabajo encomendado.

Además del huerto o el scriptorium los monjes se dedicaban a otros trabajos, como el de la botica. En los principales monasterios existía una botica o farmacia en donde se realizaban fórmulas magistrales (medicinas hechas con hierbas) para la comunidad y los pueblos cercanos. Muchas de estas fórmulas venían del mundo romano o se aprendieron de los musulmanes y judíos (aunque existían numerosas supersticiones, como creer que el cuerno de rinoceronte, que ellos creían que era el famoso unicornio, era un antídoto contra el veneno)

Antes de la nueva oración se reunía toda la comunidad en la llamada Sala Capitular, leyéndose en ella un capítulo de la Regla de San Benito. En esta reunión el abad (aquel que gobernaba el monasterio) informaba sobre cuestiones cotidianas, se hacían confesiones públicas de los pecados y se castigaba a los monjes que hubieses cometido alguna falta (faltar a algún rezo, hablar durante la comida, discutir con un hermano…)

Tras un rato de tiempo libre en el que los monjes podían charlar, pasear por el claustro, rezar particularmente…, de nuevo a la iglesia para oficiar las Vísperas (19 h), cenar (20 h) y, antes de dormir, volver al rezo en la ceremonia llamada Completas, en la que se pedía protección a Dios ante los peligros de la noche.

Los monjes se retiraban entonces al dormitorio, que tanto en Cluny como Císter era común (sólo el abad tenía su dormitorio y despacho propio) en donde las camas estaban colocadas en largas filas. Si existían dos pisos, este dormitorio se colocaba sobre la cocina (y en el lado sur del claustro) para combatir el frío.

Autor de la información sobre el horario: Vicente Camarasa

El «Scriptorium»

 

En sentido literal, el «Scriptorium» es definido como el lugar destinado a la escritura, que comúnmente se refiere al lugar, habitación o cámara que en la Europa medieval se destinaba fundamentalmente en los Monasterios para la copia de manuscritos por los monjes escribas. A partir de diferentes fuentes escritas, registros de cuentas, vestigios arquitectónicos y excavaciones arqueológicas muestran, al contrario de lo que se cree popularmente, que este tipo de habitación sigularizada raramente existía: la mayoría de los manuscritos monásticos fueron hechos en huecos, hornacinas o celdas situadas en el claustro, o dentro de las propias celdas de los monjes. Las referencias que aparecen en los modernas investigaciones científicas referidas a los «Scriptoria» normalmente se refieren más a la actividad escrituraria colectiva que se hacía dentro de un monasterio, más que a una habitación o espacio singularizado.

Expondremos seguidamente una visión general sobre lo que a nivel de divulgación se indica que es un escritorio, escriptorio o Scriptorium. Para no confundirlo con una oficina documental de tipo cancilleresca o una oficina mercantil, muy habituales a partir de la Baja Edad Media, usaremos el término «Scriptorium» para referirnos a este taller especializado en la escritura de códices o documentos durante la alta y plena Edad Media fundamentalmente.

Un Scriptorium (pl. Scriptoria) es una habitación destinada a la transcripción de manuscritos.

Antes de la invención de la imprenta de tipografía móvil, un Scriptorium fue habitualmente un apéndice o anexo a la librería o biblioteca de una institución, generalmente eclesiástica. Trás la destrucción efectiva de las bibliotecas de la Antigüedad clásica, especialmente las del mundo romano, después de la promulgación de los decretos del emperador Teodosio en la década comprendida entre entre los años 390 y 400, y tras el colapso general de las instituciones públicas romanas, los «Scriptoria» fueron mantenidos, según los datos que nos han llegado, casi exclusivamente por las instituciones cristianas, desde comienzos del siglo V en adelante.

Las noticias que poseemos de los «Scriptoria» en Grecia y Roma son mucho más abundantes que acerca de los primeros escribas (lat. scriptores) y sobre los propios autores cristianos, sobre su organización y su control, y sobre sus misiones y relevancia social. La publicación de los textos en la Antigüedad clásica por lo común implicaba la copia efectiva de múltiples versiones textuales producidas en los «Scriptoria». En estos talleres, un manuscrito podía ser dictado cuidadosamente a un amplio grupo de escribas que trabajaban simultáneamente. Ésto implicaba o permitía la producción de varios duplicados al mismo tiempo, con la garantía de cierto control sobre la exactitud de la versión o transmisión textual.

En los monasterios, el «Scriptorium» era una habitación o espacio, raramente un edificio independiente, creado de forma diferenciada para los profesionales o especialistas en la copia de los manuscritos dentro de esa institución eclesiástica; un lugar donde la copia de los textos tenía garantizada el abastecimiento de los materiales e instrumentos necesarios en las rutinas del equipo o comunidad de escribas, y servía como trabajo manual conforme a lo que estipulaba la regulación de las reglas monásticas, pero permitiendo la elaboración del producto deseado. Los comentarios más tempranos sobre la Regla benedictina incluyen e insisten en la labor de transcripción como una de las ocupaciones comunes de la comunidad monástica. San Jerónimo vió en los productos del «Scriptorium» una fuente de ingregos para la comunidad monástica.

El papiro fue el soporte escriturario preferido en la Antigüedad, pero llegó a ser un producto muy caro con el tiempo y difícil de conseguir por los mercaderes, por lo que comenzó a ser sustituido por el pergamino. Durante los siglos VII y IX, muchos de los primeros pergaminos manuscritos fuero borrados y raspados para volver a usarlos como soporte escriturario, dando lugar a los «Palimpsestos». Muchos de los trabajos escritos de la Antigüedad con frecuencia se han conservado en la forma de estos palimpsestos. En el siglo XIII el papel comenzó a desplazar al pergamino. Dado que el nuevo soporte comenzó a ser más barato, el pergamino quedó reservado como soporte para los documentos más solemnes y elitistas dotados de una importancia singular.

Hasta que no se inventó la imprenta en el siglo XV, la escritura se realizaba a mano. La mayoría de los libros de las librerías monásticas debieron ser copiados, ilustrados y encuadernados en el mismo lugar en que se producían por los propios monjes o monjas, dentro de éste área singularizada en el complejo monacal o catedralicio, como era el «Scriptorium».

El contenido de las librerías consistía fundamentalmente en Biblias, en las que cada ejemplar a veces estaba constituido por hasta nueve grandes volúmenes debido a sus grandes dimensiones; Misales, Psalterios y otros libros destinados al servicio religioso y al culto. También solían encontrarse los escritos de San Gregorio Magno y otros Padres de la Iglesia, libros sobre Gramática latina y otras compilaciones destinadas a la enseñanza en las escuelas monásticas, episcopales o catedralicias. Estas últimas solían ser recopilaciones copiadas de fragmentos o textos completos de autores de la Roma clásica o Historias. Con el tiempo, las bibliotecas medievales se incrementaron con los trabajos de los juristas cristianos del medievo europeo, sobre Teología, Filosofía, Medicina y Lógica.

Normalmente un «Scriptorium» era una dependencia aneja a la librería; doquiera hubiera una biblioteca que por lo común pudiera asumir la producción del «Scriptorium», es decir, que éste trabajara para abastecer las necesidades de tal biblioteca. Situación esta ideal que no se debió dar dentro de una misma institución durante todos los siglos del Medievo. De hecho, parece que una vez que la librería de la catedral o del monasterio estaba satisfecha cesaba la actividad del escriptorio. Además, a partir del siglo XIII comenzarón a desarrollarse las tiendas especializadas en la venta de libros, dentro del contexto de secularización de la cultura que se manifestó especialmente durante esta centuria. También los escribas profesionales comenzaron a tener sus tiendas o escritorios abiertos al público de las ciudades; aunque normalmente en estos últimos, probablemente no se tratara más que de un simple escritorio o banco próximo a una ventana dentro de su propia casa.

Muchas veces el «Scriptorium» era la dependencia del monasterio que tenía más actividad. Los libros eran constantemente copiados y renovados; muchas cartas y documentos necesitaban ser escritas y archivadas; y los códices manuscritos tenían que ser transcritos e iluminados. En algunos sitios, como en el Norte de Europa, debido al clima más frío y húmedo, estos talleres eran construidos completamente con madera al norte de los claustros, protegidos por los muros de la Iglesia del viento del norte y orientados al mediodía para aprovechar la máxima exposición de la luz del diurna. Cada «Scriptorium» era una unidad independiente, separado y diferenciado de sus vecinos. En otros lugares se disponía de unas buenas instalaciones preparadas ‘ex professo’ para realizar este trabajo, y que corrientemente eran construidos y acondicionados sin dejar mucho rastro en las fuentes. El fuego estaba prohibido en el «Scriptorium», dado que los códices más valiosos debían ser protegidos de los peligros del fuego y de la cera hirviendo.

Instrumentos y herramientas del Scriptorium medieval
Los instrumentos para la escritura eran manufacturados en el propio lugar («in situ») tan pronto como se necesitaban, incluyendo las tintas, el pergamino y la vitela (lat.»vellum»); y el papel no fue usado hasta muy avanzado el período medieval, plumas y estilos de ave, pinceles, raspadores de piel y alisadores.

Preparación de los cuadernos de pergamino
El pergamino era fabricado generalmente a partir de la piel de ovejas o cabras, hasta conseguir una superficie lisa y fina especial para recibir la escritura, mientas que la vitela, obtenida ésta a partir de la piel de terneros recien nacidos, dotada de mayor delgadez y fortaleza en el soporte. El curtido, raspado y limpieza del pergamino y la vitela proporcionaba un soporte secante especialmente adecuado para recibir la tinta en los cuadernos, folios y páginas resultantes.

El color dorado a veces era conseguido mezclando huevo y agua, como otras tinturas en pequeños cuencos; y en los mejores momentos y talleres se conseguía usando láminas o raspaduras de oro. Una vez aplicado el dorado, la superficie del folio debía ser barnizada, a partir de un producto conseguido a partir de la cocción de huesos de animales.

Madrid, 27 Septiembre de 2010.

Texto obra de:
Autor: Alfonso Sánchez Mairena.

Recogido de esta página:  http://cartulariosmedievales.blogspot.com/

Wikipedia

Los campesinos

Representaban el 90% de la población. Muy pocos eran propietarios de sus tierras. La mayoría vivía en el feudo y trabajaban las tierras del señor. Se dividían entre siervos y libres:
Los siervos. Estaban sometidos completamente a la autoridad del señor.Estaban ligados a la tierra y  no podían abandonar el feudo, ni casarse sin su permiso. Trabajaban  para el señor y a cambio el señor los mantenía y alimentaba. Su condición social pasaba de padres a hijos.
Los campesinos libres por el contrario sí podían abandonar el feudo y decidían sus actos personales. Trabajaban en los mansos del señorío pagando a cambio unas rentas al señor y el diezmo a la iglesia. Podían tener propiedades pero estaban bajo la jurisdicción del señor feudal.
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Los campesinos vivían en el feudo en pequeñas aldeas y en casas humildes.

La aldea medieval no fue una mera continuación de las aldeas y poblados anteriores, sino una nueva forma de poblamiento y organización de la vida rural que se desarrolló en Europa a partir del año 1000. Los campesinos, que hasta entonces vivían dispersos en casas aisladas en medio de los campos de labor o se desplazaban frecuentemente de un lugar a otro, se concentraron en aldeas agrupadas en torno a un castillo, una torre o una iglesia parroquial.
La residencia común en un mismo núcleo, el aprovechamiento colectivo del término comunitario, la dependencia de un mismo señor y la pertenencia a una misma parroquia contribuían a reforzar los lazos de unión y solidaridad entre los aldeanos. Pero también el señor se beneficiaba de un aprovechamiento más intenso de las tierras cultivadas y de un mayor control de la población.Vivienda_campesina

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