Mapa del Califato de Córdoba

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Boabdil

Artículo buenísimo de este blog:Palabras, palabras, palabras.

Abu ‘Abd Allāh Muhammad (أبو عبد الله محمد), fue un descendiente de la dinastía nazarí nacido en Granada en torno al año 1452.

Abu ‘Abd Allāh, en el habla granadina, debía pronunciarse como Bu Abdal-lah o Bu Abdil-lah y en aquel tiempo era conocido popularmente con el sobrenombre de “el Desdichado”.

Bu Abdil-lah, “el Desdichado” fue el último sultán de Granada.

Los castellanos lo llamaron Boabdil.

Una situación de equilibrio
El Reino de Granada representó durante muchos años la última posibilidad de expansión territorial de los reinos cristianos en la Península Ibérica, de ahí que su caída se ha dado en llamar “el fin de la Reconquista”, proceso histórico de larga duración que había comenzado en el siglo VIII.
La dinastía nazarí
Mientras que los reinos cristianos se habían pacificado y reorganizado, el reino de Granada se enfrentaba a la crisis dinástica de los últimos sultanes nazaríes (llamados “reyes” en las fuentes cristianas), concretada por la lucha de poder entre tres personajes emparentados:

•El Sultán de Granada Muley Hacén (Abu-I-Hasan Ali)
•su hermano Abu ‘Abd Allāh “el Zagal” (Mohámed XIII)
•su hijo Abu ‘Abd Allāh “el Desdichado” (Mohámed XII, Boadbil).
A este último los castellanos añadieron el epíteto de “el Chico” (junior), para distinguirlo de su tío “el Viejo” (senior), así las crónicas castellanas lo llamarían “el Rey Chico”.

Cuenta la leyenda que en una incursión nazarí una noble castellana fue apresada y llevada cautiva a la Alhambra. Se llamaba Isabel de Solís. El Sultán Muley Hacén se enamoró perdidamente de ella. Isabel se convirtió al Islam y adoptó el nombre de Zoraya, convirtiéndose en la esposa favorita del sultán.
Esto provocó el enfado de la Sultana Aixa, madre de Boabdil, que apoyaría a su hijo en la sublevación contra su padre.

Aparte de los enfrentamientos dentro de la familia real, la aristocracia granadina presentaba otras divisiones, como la rivalidad que adquirió tintes legendarios entre la familia de los Zegríes (seguidores del sultán) y la de los Abencerrajes (partidarios de Aixa).
Estos últimos se sublevaron en Málaga en 1473 y fueron duramente reprimidos por Muley Hacén que, según cuenta la leyenda, llamó a los principales miembros del clan (treinta y seis caballeros de la tribu de Aben Hud) a un salón contiguo al Patio de los Leones de la Alhambra y allí los mandó asesinar. Aquel día el agua de los surtidores corrió tintada en sangre y se dice las manchas que existen en el suelo y en la taza de la fuente son restos de la sangre de aquella matanza.
Desde entonces el salón recibe el nombre de “Sala de los Abencerrajes”.

La traición
La cercanía entre Boabdil, la Sultana Aixa y los Abencerrajes era evidente, así como que eran los responsables de las continuas revueltas populares contra el sultán. Esto provocó que el Sultán Muley Hacén encerrara en una torre de la Alhambra a la Sultana Aixa y a su hijo Boabdil, el cual no estuvo mucho tiempo preso, pues las doncellas de su madre le descolgaron de la torre por medio de sus velos y los Abencerrajes, que le aguardaban con caballos en la cuesta del barranco (desde aquel momento llamada cuesta del Rey Chico), le acompañaron primero hasta el alto Albayzín y después hasta Guadix para rehacer el bloque de sus partidarios, volviendo pocos días después y amotinándose en la ciudad provocando sangrientas revueltas.
Las encarnizadas luchas que tenían lugar en las calles sólo fueron detenidas ante la noticia del cerco de Loja por los cristianos, a quienes salió a combatir Muley Hacén junto a su hermano “el Zagal”, previo pacto con Boabdil de que cada cual conservaría sus respectivas posiciones y pretensiones. El pacto fue violado por Boabdil a instancias de su madre; se apoderó de la Alhambra y se proclamó Sultán de Granada.
Pero Muley Hacén y el Zagal aplastaron a los ejércitos cristianos en la comarca de la Axarquía, lo que provocó los celos de Boabdil que se decidió a emularlos asediando la ciudad de Lucena.
Boabdil no solo no pudo entrar en Lucena sino que fue hecho prisionero.

Mientras Muley Hacen recuperaba el trono de Granada, Aixa enviaba a Córdoba una solemne embajada para tratar su rescate, el cual supeditaron los Reyes Católicos a las siguientes condiciones: “Boabdil prometía ser vasallo fiel de los reyes de España, pagarles un tributo anual de 12.000 doblas de oro, poner en libertad a 300 cautivos cristianos, dar paso por sus tierras a las tropas que fuesen a guerrear contra su padre Abul Hassán y su tío el Zagal y presentarse inmediatamente en la corte en cuanto fuese llamado por los Reyes de Castilla”.
Boabdil aceptó.

El fin del Reino
Regresó Boabdil a Granada donde fue proclamado sultán por los Abencerrajes. Los Zegríes se opusieron enérgicamente, hasta que, después de dos días de violentos combates, la intervención de los principales jefes logró que Boabdil aceptara establecerse como sultán en Almería con sus partidarios. Esto favoreció a los Reyes Católicos para ir prosiguiendo la conquista del Reino de Granada, mientras que, después de su humillante tratado con el Rey Católico, Boabdil perdió todo su anterior prestigio, sin que las intrigas de su madre lograran conservar entre sus partidarios más que al pueblo más llano, pues el resto de sus compatriotas le despreciaron por renegado y vasallo del rey cristiano.

Muley Hacen, viejo y ciego, abdicó a favor de su hermano el Zagal, muriendo al poco tiempo. La abdicación trajo nuevos enfrentamientos. Se extendieron las revueltas por todo el reino hasta que se pactó la división del mismo entre los dos caudillos, acordando residir ambos en Granada; en la Alhambra, el Zagal, y en el palacio del Albaycin, Boabdil.

El rey Fernando advirtió a Boabdil que los tratos que éste había tenido con el Zagal debían ser considerados como una confederación contra Castilla, por lo que cesaba la amistad que entre ellos había mediado. Tras ello el ejército cristiano puso sitio a la ciudad de Loja, perteneciente a Boabdil, quien salió a defenderla, perdiéndola, siendo herido en combate y capturado. Volvió a pactar con los Reyes Católicos a cambio de el título de Duque o Marqués de Guadix y el señorío de esta ciudad. Desde entonces no pasó día sin que ocurrieran en las calles y en la Vega de Granada sangrientos combates entre los partidarios de Boabdil y El Zagal, hasta que la noticia del cerco puesto a Vélez Málaga por los cristianos aterró a los granadinos, quienes suspendieron las discordias, marchando el Zagal en socorro de la plaza. Una vez más Boabdil aprovechó su ausencia para apoderarse de la Alhambra y de las demás fortalezas de la ciudad proclamándose único emir.
Esta vez el Zagal fue derrotado y se retiró a Guadix, que con Almería, Baza y alguna otra población aun le permanecían fieles, hostigando desde allí a los ejércitos cristianos hasta diciembre de 1489, año en que cayó Baza.
Los Reyes Católicos pusieron sitio a Granada desde el Real de Santa Fe que a la postre trajo la celebración de las Capitulaciones y la entrega de la ciudad por Boabdil, que se consumó el día 2 de enero de 1492.

Boabdil, que en un principio continuó residiendo en los palacios de la Alhambra, abandonó la ciudad tomando el camino de su exilio en las Alpujarras.
Según una extendida leyenda, al salir de Granada coronando una colina volvió la cabeza para ver su ciudad por última vez. Y lloró. Su madre le dijo:

No llores como una mujer lo que no supiste defender como un hombre”.

Esa colina recibe el nombre de El Suspiro del Moro.

Bu Abdil-lah “el Desdichado” jamás volvería a ver la Alhambra.